En ocasiones, cuando nos sentamos en una mesa a comer o cenar con nuestra familia, surgen estas pláticas profundas e inclusive controversiales como la política, la vacunación y la religión. Algunos integrantes de la familia toman una postura, otros se abstienen de opinar. Me atrevería a decir que, en muchas familias, hasta puede haber conflictos por que cada miembro se siente apasionado de defender su punto de vista...
Algunos dirían que este tipo de pláticas enriquecen, pero cuando nos “ganchamos” se pierde más de lo que se gana, se pierde la batalla del momento. No porque nuestro punto de vista fue inválido sino porque llevamos la discusión a otro nivel hiriendo a otros o, porque simplemente no pudimos entender el otro punto de vista.
Algo que nos falta como humanidad, es justo esto, el tener la capacidad de llegar a un punto medio, de pensar antes de herir, de perdonar y de ser capaces de canalizar nuestra negatividad, de templar nuestro espíritu. No significa que no adoptemos una postura, pero significa que podemos construir la capacidad de abrir diálogo, exponer lo que pensamos, sentimos, en donde incluyamos a todos y todas en lo que decimos y hacemos.
Templanza, ¿una virtud aburrida?
De las seis virtudes que maneja la psicología positiva, la templanza, para muchos, suele ser la que más se desestima, la que se te olvida… pues tiene todo que ver con mantener un punto medio, un balance y de buscar hacer lo correcto en ausencia de ayuda externa. Las fortalezas que pertenecen a esta virtud nos ayudan y nos empujan para tomar control sobre nosotros mismos y de esta manera ser más felices, más productivos y exitosos.
Capacidad de perdonar
Humildad
Prudencia
Autocontrol/Autorregulación
Para entender el poder que tienen estas fortalezas de carácter es importante ver lo que sucede cuando están presentes, pero más importante cuando no lo están. Ante la ausencia de la fortaleza del perdón y misericordia, se desborda el odio, ante la ausencia de la fortaleza de la humildad, se desborda la arrogancia, ante la ausencia de prudencia, se desbordan comportamientos hedonistas y enfocados solo en el corto plazo, ante la ausencia del autocontrol se desbordan emociones extremas desestabilizadoras.
Un "zoom" a nuestra propia vida
Ahora, recordando la definición de templanza, de llevar al centro, vale la pena enfatizar que las fortalezas de templanza buscan moderar nuestras actividades más no suprimirlas por completo. Podemos perdonar fácilmente, pero aún defendernos mientras somos atacados. La humildad no tiene que ser falsa, solo un reconocimiento auténtico de quiénes somos y qué hacemos. Al actuar con prudencia no se está dejando de actuar. La autorregulación óptima de las emociones no significa suspender y suprimir nuestros sentimientos, buenos o malos, sino solo hacerse cargo de ellos. Templanza no es inactividad, es control sobre uno mismo.
Y entonces, teniendo este contexto, es importante hacerle un zoom a nuestra vida y preguntarnos ¿Qué tanto perdonamos y dejamos ir? ¿Qué tanto dejamos que nuestros actos hablen por sí solos? ¿Qué tanto pensamos antes de actuar? ¿Qué tanto canalizamos nuestras propias emociones?
Busquemos detenernos para pensar cómo podemos forjar nuestro corazón para ganar la batalla del día a día, estar en verdadero control de nosotros mismos y sumar en la vida de los demás...
¡Conoce a Andrea Noroña!
Socia fundadora de HOUP MX, es licenciada en psicología organizacional y se encarga de gestionar el área de Houp Educación.
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