Hay algo muy particular que me sucede al momento de viajar en un avión. Después del despegue, y cuando comenzamos a elevarnos cada vez más, todo comienza a parecer más pequeño… Las casas, las personas, los edificios, las luces, incluso los problemas, las preocupaciones… Y de pronto, te encuentras a miles de metros de altura y observas una gran capa de nubes que acobijan tu viaje. Y por un momento comienzo a sonreír, pues en ocasiones el amanecer se asoma por la ventana y la vista es espectacular. De pronto, me siento muy agradecida, de poder viajar, de poder apreciar la bella vista que me acompaña, de sentir asombro y emoción por lo que me está esperando en mi destino. Me empiezo a sentir conectada con el mundo y con un sentido más grande que yo, me invade este asombro por la creación, me siento pequeña, pero a la vez me doy cuenta de que soy parte de una gran inmensidad.
Recuerdo que hace unos años, mientras comenzaba un viaje que cambiaría mi vida, compartí asiento junto a una persona que hoy puedo considerar de mis mejores amigas. Algo sucedió en ese trayecto, algo que despertó el humor entre nosotras, que marcó el inicio de una gran amistad. Y lo que nos esperaba en nuestro destino marcó un precedente en nuestras vidas y despertó la esperanza por querer aportar un granito de arena y mejorar de alguna forma el entorno que nos rodea.
La psicología y la virtud de Trascendencia
Poco sabía yo en ese entonces de la ciencia detrás de todo esto que sentía, que experimentaba en esos momentos y que anhelaba seguir frecuentando en mi vida. No sabía realmente cómo definirlo, pero sabía que se sentía bien, que muchas veces traía una sonrisa a mi rostro, y que fuera lo que fuera, me dedicaría a intentar hacerlo cada vez más presente en mi día a día.
Unos años después, y mucho en parte gracias a HOUP, comencé a aprender que todo esto tenía un nombre, y mejor aún, tenía una razón de ser y una forma de cultivarlo y practicarlo. Poco sabía yo antes, que todas estas vivencias eran en realidad fortalezas de carácter que estaba poniendo en práctica, tal ves no de manera tan consiente, sin embargo, podía seguirlas practicando de una forma consiente y potenciar la positividad que me traían.
Comencé a descubrir que fortalezas como la apreciación de la belleza y la excelencia, la gratitud, la esperanza, la espiritualidad y el humor son parte de una virtud esencial para el ser humano: la virtud de trascendencia.
Fortalezas dentro de esa virtud
La apreciación de belleza y excelencia consiste en saber reconocer y apreciar la belleza y excelencia en cualquier ámbito de la vida, ya sea en la naturaleza, el arte, la ciencia, o incluso en experiencias cotidianas.
La gratitud es ser consciente y agradecer las cosas que nos suceden, es reconocer esta bondad que constantemente te es regalada, y no sólo eso, sino que te ayuda a comenzar a percibir cada vez más esta bondad en tu vida.
La esperanza es esa fortaleza que te permite esperar lo mejor para el futuro y trabajar por conseguirlo, el creer que “lo mejor está por venir” y a la vez creer que está en nuestras manos el poder trabajar para conseguirlo.
La espiritualidad nos hace pensar que existe un propósito o significado más allá de nosotros en las cosas ocurren y en nuestra propia existencia.
Un mensaje para ti
Estas fortalezas se han convertido en unas de mis prácticas favoritas, ya que cuando las experimentamos, experimentamos también una conexión con algo más grande, algo más allá de nosotros mismos. Y esto muchas veces trae sentido a nuestras vidas, propósito a nuestras vidas, bienestar y plenitud a nuestros días…
Te invito a comenzar a cultivarlas cada vez más en tu día a día y podrás percibir el impacto que tienen en tu vida.
Teté Plascencia
¡Conoce a Teté Plascencia!
Miembro del equipo HoupMx, es Licenciada en Psicología y tiene más de 3 años de experiencia en la implementación de programas de desarrollo socio-emocional para adolescentes. Ella se encarga de investigar y generar contenido de calidad para nuestros programas así como asegurar una buena experiencia.
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